jueves, 17 de enero de 2013


2.El chico del autobús
Antes de que comenzara el viaje Fred miró por la ventana y vio por última vez Trafalgar Squeare hasta dentro de un mes. Después, un chaval bajito, menudo, rubio y pálido apareció con una hoja de papel que decía: “21 derecha”. Fred asintió con la cabeza y el chaval se sentó. Luego, cuando arrancó el autobús todos los chavales tenían cara de esperar algo.
Nada más encaminarse hacia la autopista, la mayoría de los chicos y chicas comenzó a  producir llamas de fuego, estalactitas de hielo, hojas y ramas y ligeras corrientes de viento. Todos llevarán ropa de diferentes colores de ropa y todo aquello lo producían de las manos, la cara, el pelo y las piernas. Aquello no era un campamento normal. Tan solo media docena de chicos, incluido él, parecían sorprendidos.
A mediodía varios chavales comenzaron a hablar sobre otro chaval y el que parecía el líder dijo:
-Y ese chaval de la pajarita… el pringado ese… seguro que se está sin hablar otro año. Es súper bobo.
Y, el chaval que tenía al lado, efectivamente tenía pajarita. Este también de la conversación pareció empezar a ponerse furioso. Primero, comenzó a rasgar la tapicería de su asiento. Después empezó a respirar ansiosamente. Y a continuación se le pusieron los ojos rojos. Pero rojos del todo; la pupila, el iris y la córnea. Abrió la boca y en su interior se veían unos colmillos enormes dignos de un tigre dientes de sable. Sus extremidades crecían y se volvían grisáceas. Cogió a Fred por la muñeca y le empujó al pasillo del autobús. Y cuando Fred pudo llevar la vista a él vio un golem de piedra de dos metros y medio de altura y metro y medio de ancho.
Sin embargo, la situación pareció mejorar un poquito. El chaval que había criticado al niño-golem se levantó y se interpuso entre el golem y Fred. Un amigo suyo desde su asiento le tiró un ballesta de ramas y un carcaj con flechas, del mismo material. El chaval prendió con su mano la punta de una flecha y dio en un ojo rojo del golem. Este pareció reaccionar rompiendo un cristal con una mano y arrancando el suelo con la otra. Luego arrancó la silla del asiento de Fred y se la tiró al salvador de Fred. Este la esquivó con un flechazo encendido. El golem avanzó hasta el final del pasillo y arrancó el techo. Salió por este y el chico le siguió, pero antes le dijo a Fred:
-Tienes suerte de seguir con vida. Ahora cuando yo te avise me pasas el antídoto.-dijo dándole un frasquito. Y saltó al tejado con ballesta en mano. Pasaron unos cinco minutos antes de que el chaval le avisará a Fred. Este le tiró el frasquito al chico sacando medio cuerpo fuera, pero este no lo pudo coger y casi se cae a la carretera si no llega a ser porque Fred lo atrapó saltando él también al techo. Al final se lo dio en mano con un acto reflejo y el chaval impregnó la punta de la flecha con el verdoso líquido del antídoto. Este dio una voltereta en el aire saltando a la criatura, mientras esta se revolvía de un lado para otro, y al final en un acto reflejo le disparó la flecha en el aire. Esta se fundió en su piel de piedra dejándole una mancha verde que se expandió por todo su cuerpo y comenzó a disminuir su cuerpo hasta dejar un niño en calzoncillos tendido en el techo del autobús. Fred le ayudó a levantarse y este se metió en el autobús con los dos chavales. Pero se puso a hablar con el chaval que le había salvado:
-Gracias de verdad tío.
-Bah no fue nada. Para tu primer año has saltado muy bien al techo. Ah, mi nombre es Milton.
-El mío es Alfred, aunque prefiero Fred.
-Pues bienvenido a CASNAC.
Y justo entonces llegaron a una torre enorme, gris de fachada y marrón de techo con cientos de ventanas encendidas y con unos 500 años de antigüedad. Allí comenzaría su fantástico verano.

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